La Medicina Nuclear es un área de conocimiento de la medicina en la que se utilizan compuestos marcados con trazadores radiactivos con fines diagnósticos y de tratamiento. Como especialidad médica del campo de las imágenes médicas utiliza cantidades muy pequeñas de sustancias radioactivas, o radiofármacos, para examinar la función y estructura de órganos y sistemas, siendo especialmente útil en el diagnóstico y tratamiento de múltiples patologías en el campo de la oncología, cardiología, gastroenterología, endocrinología, neurología, entre otras. La capacidad de visualizar in vivo y de forma no invasiva los fenómenos fisiopatológicos a escala molecular confieren una cualidad única a la medicina nuclear.
El Consejo Nacional de Especialidades Médicas la define como “la especialidad médica que emplea los isótopos radioactivos y técnicas biofísicas afines, para la prevención, diagnóstico, tratamiento e investigación científica”. Los procedimientos diagnósticos de la medicina nuclear son procedimientos no invasivos y, con la excepción de las inyecciones intravenosas, generalmente indoloros. El radiofármaco a utilizar dependerá del tipo de estudio y de la parte del cuerpo que se examine. Las exploraciones diagnósticas tienen una duración variable. En este sentido, las herramientas más importantes son la imagen gammagráfica y la tomografía por emisión de fotón único (SPECT, Single-Photon Emission Computed Tomography) que constituyen el estándar diagnóstico en patologías del corazón y del cerebro, así como en oncología.
Por su parte, la PET (o Tomografía por Emisión de Positrones) ha sido utilizada ampliamente en el ámbito de la investigación por varias décadas, pero desde mediados de la década de los 90 se ha incrementado marcadamente la disponibilidad, siendo un técnica fundamental en la detección y estadificación de tumores malignos, en la neurología y cardiología. La medicina nuclear asimismo proporciona procedimientos terapéuticos de diversas patologías, tales como el hipertiroidismo y cáncer de tiroides, de la glándula adrenal, determinadas formas de linfoma o el tratamiento del dolor secundario a metástasis óseas óseo, entre otras.
La mayorías de las pruebas en medicina nuclear requieren la administración del radiotrazador por vía intravenosa, a través de una pequeña inyección, por lo que las pruebas son poco molestas y no suelen tener contraindicaciones. Cuando se usa con fines diagnósticos, los radiotrazadores se localizan en sitios específicos del organismo, permitiendo la obtención de imágenes médicas que son interpretadas por los especialistas y que permiten evaluar la localización o la extensión de algunas enfermedades en base a las alteraciones celulares o las alteraciones fisiológicas, antes incluso de que se produzcan cambios físicos o estructurales en el organismo. Por este motivo, algunos estudios de medicina nuclear pueden identificar alteraciones en estadios iniciales, antes que otras pruebas diagnósticas. En el caso de los tratamientos, los trazadores migran hacia las dianas a las que se ligan por distintos mecanismos, para aplicar de manera localizada el efecto de la radiación, sin afectar al tejido adyacente.
En España, así como en los países de su entorno, se configura como una especialidad médica, con acceso regulado por el Ministerio de Sanidad. El último programa formativo elaborado por la Comisión Nacional de la Especialidad y aprobado por la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia, data del año 1996.